viernes, 27 de abril de 2012

Ja!!

Yo es que me descojono.


Que no me lo creo. Que el tema de que la modelo de turno me diga que su secreto de belleza es dormir ocho horas pos me entra la risa floja. Yo duermo más de ocho, incluso con resaca puedo dormir hasta 10 y la 44 me sigue estando reventona como ella sola. Ese cuerpo flamélico, de caderas fotogénicas por las que yo mataría por una suma matematica, tiene que ser a base de pasar mucha hambre y auto-control que yo no tengo. De no ser así, pues no habría justicia divina, que es lenta, pero siempre termina por cumplirse. No concibo estar delgada sin autoputearse, porque eso es lo que es, una tortura a base de yogures y de pechugas insipidas que emulan al cartón.


Y si existe ese tipo de universo, en el que existe de verdad ese tipo de metabolismo que logra quemar 10.000 kcals,me debería tocar ahora mismo la loto por tan injustificado reparto a la hora de repartir done.



He dicho.


(Llevo 3 días de régimen y estoy de subidón. Me he pintado como una puerta y tengo la sensación de haber adelgazado 10 kilos).

miércoles, 25 de abril de 2012

Happy.


Hoy por fin, me he pesado. 94 kilos. Kilazos. Toneladas. 

Mentiría si dijera que no lo esperaba después de estar comiendo como una auténtica posesa estas últimas semanas. Diría que incluso ha sido bastante sanador y relevador ver mi peso en forma digital, totalmente aséptica, como el que ve unos números en el supermercado y no piensa en nada.  Supongo que la sospecha de haber engordado pero no saber cuánto me hacía sentir más culpable si cabe cada vez que sentía que la cinturilla del patalón me oprimía el alma. Aunque no venga al caso, la semana pasada me hice una resonancia manégtica y antes de meterme en la máquina del infierno, me hicieron un pequeño test. "¿Peso?". Estuve dudando. Mentí. Al lado había una chiquilla que no pesaría más de 50 kilos y me sentí abocada a ello. Supongo que la gente al verme alta no sabe sacar un peso pero cualquiera con dos dedos de frente le hubiera salido la cifra floja al escucharlo.

Luego estuve durante 20 minutos en aquel agujero pensando si no me traspasaría una onda supersónica por haber mentido.

Al ser tanto años de tirania dietil, tengo en cierta manera grabados todos los principios que he ido adquiriendo a lo largo de los años a baso de dietas fotocopiadas de papel y de pesudos-medicos de bata blanca . Volveré a los rediles de la pechuga de pollo mientras sigo espiando blogs de dietas para ponerme en sintonía, incluso leí uno esperanzador en el que una chica había adelgazado 40 kilos, eso si, hacía toda clases de recetas. Y yo soy nula en la cocina. Nunca he sabido diferenciar los botones del horno, cual enciende la parrilla y cual el aire circulado.

Yo con 10 kilos sería la mujer más feliz del mundo.

Soy feliz.

Pero con 10 kilos menos sería MÁS feliz. 

martes, 24 de abril de 2012



Yo ya sé quién es el enemigo: mi mente.


La mente siempre juega mala pasadas y ahora que soy una gorda, creo que el sentimiento de saciedad ha dejado de existir para mi, simplemente ese tope que te decía que no más desapareció. Sin más. Al sentimiento que me acompaña de noche y de día de tener hambre, se me junta el ir adelantada una comida, mientras como, pienso lo que voy a cenar; mientras ceno, las tostadas del desayuno con aceite de oliva extra y tomate restregao que me meteré entre pecho y espalda al nuevo día. Soy como una yonki de la comida que se ha metido en un círculo vicioso que ve dificultoso salir y que necesita una dosis de hidratos para solventar el día con un poco de alegría. A veces me imagino como una cobaya en una rueda giratoria cada vez que voy al supermercado, incluso siento la mirada pesada sobre mi espalda del guardia de seguridad, como si me recriminase que esta semana tampoco sobreviviré a la dieta.



Pero un día tengo que volver a empezar.


Tal vez sea este.